La ciudad celebra los festejos por el aniversario del Casco Antiguo. Con música en directo, comida, limonada, fiesta de la espuma o tarta. Viernes 18 y sábado 19 de julio.
Sucedió el 23 de julio de 1959. Tras años de obras, al fin, Rivas Vaciamadrid inauguró su nueva trama urbana en la zona hoy conocida como el Casco Antiguo. Hasta ese momento, la vida discurría en las distintas fincas agrícolas que, entre todas, conformaban un núcleo urbano disperso, aunque la que sostenía el motor económico y social era la de El Porcal.
Precisamente, buena parte de su población se fue trasladando al Casco a medida que se terminaban las casas, esas viviendas unifamiliares blancas, de un piso o dos, que hoy se divisan por la calle de la Paz, en el Casco. Aquella calurosa tarde del 23 de julio, Rivas Vaciamadrid escenificó su ceremonia inaugural. Y las crónicas de la época detallaron las características del nuevo poblado: “La Dirección General de Arquitectura ha construido los tres edificios y 16 viviendas, que constan de cocina, comedor, tres dormitorios, cuarto de aseo y corral. El Ayuntamiento y los vecinos han construido 72 más. Y pensándose en el crecimiento del pueblo, se han distribuido diez solares”.
Las obras costaron diez millones de pesetas, de los cuales, seis se destinaron a la urbanización. Y entre los avances destacados, figuraba la nueva centralita manual de telefonía, utilizada aquella jornada por primera vez. Costó 63.100 pesetas, y aun se conserva en el edificio de servicios administrativos (plaza de la Constitución).
Con todo, el punto de partida de los festejos que se celebran el viernes 18 y el sábado 19 de julio, se sitúa tras la llegada de la democracia. En 1979 se celebró el 20 aniversario de la inauguración del Casco Antiguo.
Y desde ese momento, cada 23 de julio, Rivas Vaciamadrid ha celebrado su cumpleaños. Con limonada, baile, juegos infantiles o tarta.
Este 2025, el Casco Antiguo y todo Rivas Vaciamadrid vuelve a celebrar aquellos inicios que supusieron el primer paso de la transformación de pueblo a ciudad.
“Estas fiestas anuales forman ya parte de una tradición que refuerza el sentimiento de arraigo, fomenta la convivencia, facilita el encuentro vecinal con representantes municipales y propicia, asimismo, la participación de entidades locales y asociaciones vecinales”, subrayan desde la Concejalía de Participación Ciudadana y Barrios, promotora de la iniciativa.